Como experto en lluvias os diré que nunca me importaron las tormentas, o incluso los dias enteros cayendo gotas contra el cristal. Aunque evite las trombas sé que a todos nos toca mojarnos de vez en cuando, incluso si vives rodeado de canguros y playas... quizás saber escoger el momento adecuado es el atributo que más valoro en una persona.
Hablando de lluvia pesada, no soporto a los niños que se mojan cuando todo el mundo sabe que llueve. Del mismo modo existe quién se lanza a dar su opinión sobre lo que para ellos y su mundo es obvio sin ni siquiera mirar por la ventana...
Juzgar el valor de una persona en base a si es gordo o flaco, feo o delgado, hombre o mujer, de izquierdas o de derechas, si lleva la falda larga o corta o si le gusta el heavy metal, Operación Triunfo, Dostoievski o Gran Hermano no solo es infantil, sino que en el fondo puede acabar afectando a tu salud igual que cualquier tarde de lluvia en invierno.
Pero si hay una lluvia peculiar en mi tierra es el "calabobos", esa lluvia fina y persistente que llega frecuentemente en los momentos más inoportunos, se sale de tu radar y te moja hasta los huesos. No es espectacular, ni llamativa. La gente no saca fotos de ella aunque forme parte de su dia a dia.
Para mi los valores de una persona se definen en estas situaciones. El valor no está en lo obvio, se oculta en la rutina con tu pareja o tu familia, en defender a un amigo o incluso un enemigo cuando nadie mira, en atacar la injusticia con pequeñas acciones y en seguir de camino al trabajo aunque estés calado y con frio.
Nadie deja de salir de casa por miedo a una lluvia inesperada. No mojarte por tus ideales es tan absurdo como buscar ser feliz sin tristezas, placer sin sentir dolor o amor sin momentos duros. El sol solo se echa de menos cuando llueve, te lo dice un gallego para quién la lluvia solo fue arte cuando empezó a salir el sol en Australia.
"Ella es la chica más triste que me encontré jamás,
ella es tan guapa que hasta al mar hace callar..."
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