Tuesday 14 February 2017

Éxito

Durante gran parte de mi vida asocié el éxito a la toma de decisiones acertadas, a la frialdad y capacidad de cálculo, al dinero y el reconocimiento social. También a ir un paso por delante del resto y cumplir tus sueños y ambiciones personales.

He conocido a varias personas exitosas en distintos ámbitos. La mayoria provienen de lugares, culturas y realidades muy diferentes pero todos tienen una serie de rasgos en común que curiosamente se opone a lo que las noticias, las series y las películas quieren imponerte.
El principal es que sus horas parecen multiplicarse. Esto es clave porque no solamente logran lo que se proponen, sino que se permiten el lujo de ser buenas personas.

Parándonos en este último punto opino que ninguno de nosotros nacemos o queremos ser malos. Nos enfadamos casi siempre por cansancio, hacemos daño por egoismo y criticamos por inseguridad y complejo...
A lo que voy enrollándome, es que ser bueno con los demás es algo que cuesta. Implica tiempo, paciencia y un caracter muy fuerte para poner al resto por delante de nosotros mismos. A la velocidad a la que nos movemos da la sensación de que no todo el mundo puede pulsar el botón de pausa y permitírselo.

Las personas de éxito son buenas sin darle ninguna importancia. Para ellos la bondad, luchar contra la injusticia y mejorar la vida del resto es una necesidad tan obvia como comer, dormir o respirar. No implica que busquen evadir su realidad, que estén inadaptados al mundo o que dejen de lado lo que al resto nos cuesta. Es todo lo contrario, son buenos y admirados porque tienen la capacidad y la sensibilidad para serlo y punto.

Llevándolo al extremo, pongamos el primer ejemplo gráfico en Cris Gallego.  La gente de mi edad que me lea en La Coruña la conocerá seguro. Por muy superficial que suene, no eres coruñes 100% si Cris no ha entrado en tu lista de las chicas más guapas de la ciudad. Allí estaba rodeada de personas que la valoran y quieren pero con 22 años tras aprobar su carrera ha desaparecido del mapa. Los que tenemos la suerte de conocerla un poco más sabemos que lleva casi 4 meses en África, rodeada de monjas ayudando a niños en un proyecto de Naciones Unidas. Lo hace porque quiere y porque puede. No necesitaba ningún reconocimiento social o palmada en la espalda. Ella ya se había comido el mundo, trabajado y viajado antes de sacrificarse por estos niños.
Prueba de ello es que su perfil con miles de seguidores ha desaparecido y ha dado paso a otro totalmente nuevo y distinto, en un mundo y cultura opuesta a aquella donde el resto buscamos tener éxito. Simplemente porque está un paso por delante de los demás.

Hablando de otras culturas, una de las últimas personas que veré en Adelaide es a mi amigo Jason Tran. Estoy orgulloso porque no es fácil que te haga un hueco ya que es uno de los bloggers del momento en la ciudad. Lo que sus miles de seguidores ignorar es que Jason también es uno de los estudiante más brillante en los últimos años en una institución que ha dado 5 premios Nóbel.
Con 23 años ya se ha graduado con Honores y ha comenzado su doctorado en UoA. Aunque da clase en la Universidad y puedes encontrar su nombre en diversos articulos científicos sobre dolores en la medula espinal, lo conocí en un puesto de Comercio Justo. Nos hicimos amigos organizando Fairly Educated Conference y tratando de cambiar el mundo.
Si aún quieres conocerle en persona, los viernes por la noche sigue organizando juegos de mesa con refugiados en la playa de Glenelg. Lo hace lejos de nuestro aplauso y reconocimiento esteril.

Saliendo de focos y aplausos, existen también quienes utilizan la bondad como recurso para potenciar lo mejor de ellos mismos. Jorge es la persona más escrupulosa del mundo y desde siempre quizás una de las más tímidas que conozco. Suele dejarme a mi lo de hablar, escribir y llevarme los piropos cada reunión familiar. Siempre se ha sentido más cómodo pensando, observándo y analizando todo lo que hay a su alrededor. Eso le permite manejar los tiempos de forma distinta al resto de personas de 18 años. Aún yendo un curso por delante del resto, entre exámenes de ingenieria eléctrónica y horas de gimnasio aprendió como generar potabilizadoras de agua. Luego durmió en chabolas y diseño el prototipo "Shakira" en Timor Oriental, cambiando la vida de cientos de personas para siempre.
 Lo hizo sin ganar dinero y sin que se hablase de él estas Navidades. Probablemente cuando alguién preguntó de pasada, estaba demasiado ocupado pensando en seguir un paso por delante de cualquiera de nosotros.


Hay muchos que no tienen tiempo para las redes sociales porque su vida ya está lo suficientemente llena. Marta llego a clases de salsa sin hacer ruido y como cualquiera otra chica se enamoró del profesor.  Mi amigo Pablo entre lección y lección también se fijo en ella, en su sonrisa y su brillo de ojos.
Una semana después, en Mcdonalds, él me habló de la forma en la que Marta trataba a los demás. Lo hizo antes de saber que estudiaba terapia ocupacional por su hermano que aparece en la foto. Antes de ir a recogerla a Primark después de trabajar para que pudiesen viajar juntos. Pablo me lo dijo antes incluso de encender la llama que iluminó su tatuaje oculto, dedicado a "sus niños" de AFANDICE. Los mismos que Marta convenció para que fuesen a cuidar juntos cada fin de semana desde hace un año porque los líderes están para hacernos mejores también al resto.

Cualquiera de estas cuatro personas es un toque de atención para todos. Un revés para los que opinan que los malos siempre ganan y que todo vale. Una ventana donde inspirarse para sustuir las excusas que nos ponemos al mirarnos al espejo. Sobre todo, los cuatro son un ejemplo de que la bondad y el amor por los demás es el motor que mueve el mundo y la mayor muestra de éxito.  
¿Exite una historia mejor que contar este 14 de febrero?



"y no puedo negar que es algo mágico,
la fuerza que se enfrenta al poder fáctico..."